Con Franco esto no pasaba…

Con Franco esto no pasaba…

Salida del féretro de Francisco Franco de la basílica del Valle de los Caídos (Madrid) – Foto: POOL / Emilio Naranjo (EL PAÍS)

Que los españoles tenemos nuestros propios tiempos e idiosincrasia es algo que se suele poner de manifiesto en jornadas históricas como la de hoy. Una parte de la enorme carga simbólica perniciosa del Valle de los Caídos ha sido desactivada por una democracia que ha tardado 44 años en asumir mayoritariamente la necesidad de encarar su pasado. Lamentablemente no ha sido un acontecimiento respaldado sin fisuras por el conjunto de la sociedad española, pero el consenso activo o pasivo de muy amplios sectores y de todos los poderes del estado democrático, le han dado finalmente la legitimidad necesaria para sentar las bases de una nueva etapa.

Momento de la salida del helicóptero con los restos de Franco frente al monumento del Valle de los Caídos – Foto: EL PAÍS

A partir de hoy, se abre una oportunidad para que ese lugar inicie una lenta y progresiva transformación hacia lo que debería ser en pleno siglo XXI: un espacio de homenaje, recuerdo y reflexión acerca del significado de la Guerra Civil Española y la Dictadura, desprovisto de los complejos sobre nuestro pasado reciente y realmente útil para la sociedad. Recordando a Santos Juliá, fallecido justo ayer -cosas del destino- tal vez sea importante “olvidar el presente” para poder acercarnos a ese pasado con una mirada inspirada únicamente por la búsqueda de la verdad y en la necesidad de construir un relato riguroso de la Historia. Se lo debemos a todas las víctimas y también a las generaciones que vienen detrás, para que cometan sus propios errores y no repitan los de sus padres, abuelos y bisabuelos.

Ese camino hacia la transformación será lento y aún tiene etapas pendientes (como ya indiqué hace algunos años en sendos artículos publicados en este blog) pero ya está iniciado. Tampoco será fácil. Hay mucha ansiedad en estos días acerca de qué será a partir de ahora del lugar, pero quizás eso no sea lo más importante en este momento. La tentación de saldar deudas del presente a costa de la memoria histórica ha contaminado mucho el proceso desde que se inició. El circo mediático creado alrededor, el oportunismo político de algunos dirigentes y la corriente de opinión que trata de presentar a Franco como una víctima de su propio régimen, no ayudan tampoco a progresar hacia un desenlace rápido y limpio. La desinformación tampoco, pues al contrario de lo que se está diciendo estos días, está documentado que Franco tenía en mente desde un principio que el Valle de los Caídos fuese su mausoleo y con esa intención ordenó su construcción. Por esa razón y no otra, por ejemplo, se construyeron dos tumbas al pie del altar mayor de la basílica con su plena aprobación (ver mi post de 2016)

Como ya he destacado en alguna ocasión, la fuerza del Valle de los Caídos -y también su valor- radica precisamente en su enorme poder auto explicativo. Es por ello que, resuelta la salida de Franco en el día de hoy, sólo quedará trasladar los restos de Jose Antonio Primo de Rivera desde su ubicación actual al espacio compartido por el resto de víctimas de la contienda -y no el lugar preeminente que ocupa en la actualidad- para devolverle al monumento la dignidad que siempre debió tener en democracia: ser el testimonio de un pasado colectivo trágico. No es necesario mucho más, aunque existan deseos de hacer de su resignificación un ejercicio de sobreactuación colorista y aparezcan docenas de ocurrencias, pues con ello se faltaría a la esencia misma de su significado y lo dulcificaría en exceso.

La asignatura pendiente para la sociedad española en este momento es comprender que no hay ganadores y perdedores en este asunto. Mucho menos en nuestros días. La Guerra Civíl Española y la Dictadura la perdimos todos, eso no admite matices. El resultado fueron miles de muertos, una profunda regresión y el aislamiento internacional durante décadas, el daño fue irreparable. Dejemos que las generaciones venideras -los que pueden ganar algo con todo esto- saquen sus propias conclusiones acerca del pasado, con vestigios veraces, coherentes, respetuosos y desprovistos de toda carga ideológica.

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