La cara y la cruz del miedo

La cara y la cruz del miedo

 

El miedo es una fuerza poderosa y a menudo incontrolable. Se manifiesta en casi todos los animales -incluido el ser humano- y es capaz de impulsar o paralizar nuestra voluntad ante una amenaza. Hay quien lo ve como una respuesta ancestral y adaptativa para sobrevivir. Otros defienden que se trata de algo aprendido e instalado en el subconsciente. La historia por su parte, nos ha enseñado que los mismos principios del miedo que mueven a los individuos, pueden ser también aplicables a las sociedades. No en vano, sus efectos se han hecho visibles en momentos históricos señalados, creando relatos de heroismo, insensatez, crueldad o pasividad, según las circunstancias y el tipo de respuesta social en cada momento.

Entrada a la exposición en el Augustinermuseum de Friburgo - Foto: elinquilinodigital
Entrada a la exposición en el Augustinermuseum de Friburgo – Foto: El inquilino digital

Escribo sobre ello porque estos días, en los que aún resuenan los inquietantes resultados de las últimas elecciones en Alemania y en España sufrimos una tormenta de populismo nacionalista e independentista sin precedentes en los últimos 60 años, todavía puede visitarse una exposición en ⇒Friburgo de Brisgovia (Alemania) acerca de la llegada y el impacto del ⇒Nacionalsocialismo en esa ciudad (National-Sozialismus in Freiburg)

Tuve la ocasión de recorrerla este verano y me produjo una gran impresión, además de sana envidia por el tratamiento dado a un capítulo tan complejo en la historia de ese país. Se trata de un proyecto audaz en su planteamiento que no deja indiferente al visitante y -a mi juicio- un completo análisis sobre el miedo en todas sus manifestaciones. El recorrido comienza por una invitación a responder algunas preguntas: “QuiénPorquéCómoQué” acerca de las razones que llevaron a muchos ciudadanos de esa ciudad a aceptar pasivamente o con entusiasmo una realidad política tan terrorífica en sus planteamientos y amenazante en su expresión cotidiana. 

Colección de objetos y enseres procedentes del archivo de la ciudad - Foto: elinquilinodigital
Colección de objetos y enseres procedentes del archivo de la ciudad – Foto: El inquilino digital

La ciudad de Friburgo es el hilo conductor en un relato de objetos, lugares, símbolos y nombres propios. Víctimas, verdugos, héroes y oportunistas le ponen rostro cotidiano a muchas de las claves presentes en la génesis del nacionalsocialismo, la caída de la ⇒República de Weimar y el clima político-social de Alemania en la década de los 30 del siglo XX. Un país minado por la crisis mundial, los efectos de la I Guerra Mundial y las consecuencias del ⇒Tratado de Versalles

 

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Víctimas, verdugos, héroes y oportunistas le ponen rostro cotidiano a muchas de las claves presentes en el ascenso del nacionalsocialismocomillas_close

 

El Dr. Robert Neisen explicando el contenido de la exposición durante la visita - Foto: El inquilino digital
El Dr. Robert Neisen explicando el contenido de la exposición durante la visita – Foto: El inquilino digital

La muestra es un recorrido documental conducido con maestría por el Dr. Robert Neisen, historiador y amigo que, junto a otros investigadores, ha contribuido al éxito de este proyecto valiente y arriesgado en su planteamiento. Valiente, porque dirige una mirada frontal y sin complejos hacia el pasado más oscuro de Alemania. Arriesgado, porque implica buscar respuestas racionales en un contexto que aún mantiene una fuerte componente emocional. El resultado es revelador, la radiografía de un momento histórico complejo de Alemania a través del testimonio de sus ciudadanos, la propaganda política, el papel de la Iglesia Católica, la Universidad y otras fuentes que permanecían dormidas en el archivo de la ciudad hasta este momento.

Friburgo era una ciudad más de Alemania en 1933. Tranquila y apacible puerta de entrada hacia la belleza natural de la Selva Negra, acariciada por el rumor del agua y perfumada por el frescor de los bosques. Sede universitaria de primer nivel desde el siglo XV y lugar privilegiado de encuentro de comerciantes de lana, plata y madera desde su fundación en el año 1120. Un lugar agradable para vivir, que hoy en día mantiene intactas sus señas de identidad.

Vista de la ciudad de Friburgo, con la Selva Negra al fondo
Vista de la ciudad de Friburgo, con la Selva Negra al fondo – Foto: otroscaminos.com

Pero algo cambió a comienzos de 1933, como en tantos lugares de Alemania en esas fechas. Todo pareció teñirse con el color marrón de la intolerancia. El rumor del agua dejó paso al sonido de las botas sobre el empedrado y el olor del miedo sustituyó al frescor del bosque. Miedo cómplice, silencioso, dócil… pero también digno y arrojado en muchos de sus protagonistas. Ciertamente, no resultaba fácil ser alemán en 1933, no digamos ya si además se era judío, comunista, homosexual, discapacitado o simplemente disidente con la corriente dominante impuesta por el ⇒NSDAP, el partido nazi de Adolf Hitler surgido de unas elecciones ganadas en 1933, tras varios intentos fallidos de hacerse vorazmente con el poder desde una década antes.

Marcha de la SA en el Congreso del partido en la Plaza de la Catedral de Freiburg, Julio de 1939 (Museo Municipal de Friburgo, Augustinermuseum. Donación Egon Fehrenbach 2016/081.21- Foto: Egon Fehrenbach)
Marcha de la SA en el Congreso del partido en la Plaza de la Catedral de Freiburg, Julio de 1939 (Museo Municipal de Friburgo, Augustinermuseum. Donación Egon Fehrenbach 2016/081.21- Foto: Egon Fehrenbach)

Stefan Meier: El valor de los principios

Stefan Meier (1889-1944) (Stadtarchiv Freiburg, K-1/85 1.7.1)

Decía Jean Paul Sartre que “a los verdugos se les reconoce siempre, tienen cara de miedo”. Yo añadiría que también se reconoce a los héroes y tal vez por la misma razón. El miedo es así, no discrimina entre buenos y malos. Los nombres propios que forman el mosaico de alemanes que hicieron del miedo una virtud, aparecen hoy brillando entre los adoquines de esa ciudad. Una lista amplia de personas que sacrificaron su vida por ser quienes eran, cuestionar lo que estaba ocurriendo o simplemente por no encajar en un modelo de sociedad ideal diseñado por mentes criminales.

El artista alemán ⇒Gunter Demnig ideó en 1992 este modo de homenajear a todos aquellos represaliados por el nazismo. Los ⇒Stolpersteine  “son cubos de cemento de 10 x 10 x 10 centímetros que en la parte superior llevan incrustadas una placa de latón de 10 x 10 centímetros. En ésta se encuentran grabados los datos esenciales de la persona que se conmemora. Estos monumentos son colocados en aceras, haciendo el hueco necesario para ser acogidos y encementados, formando ya parte de ellas, quedando su superficie superior casi al ras del suelo, siendo éste sobrepado por el leve espesor de la placa metálica. Este resalte sobre el nivel del suelo podría ser, tal como ocurre en la colocación de adoquines y baldosas, motivo para ocasionar un tropiezo al caminante. En esto se basa su nombre. Pero lo que se pretende es que el caminante, al percibir el resalte en el camino, se detenga y se incline para leer lo que en la placa está escrito. Esta inclinación podría equivaler a un gesto de respeto por la persona que se recuerda”.

Fotograma del documental de Annette Wagner acerca del proyecto Stolpersteine de Gunter Demnig (en alemán, se recomienda activar subtítulos en Español en Youtube)
Fotograma del documental de Annette Wagner acerca del proyecto Stolpersteine de Gunter Demnig (en alemán, se recomienda activar subtítulos en Español en Youtube) – Enlace: https://youtu.be/NsOr-jpdRd4

Escribir acerca de todos ellos (más de 50.000 en varios países, unos 270 sólo en Friburgo ⇒Ver lista completa) sería una tarea demasiado extensa para las humildes pretensiones de este espacio. En lugar de eso, he preferido dirigir hoy la mirada hacia una de esas piedras, la que me hizo tropezar a mí este verano gracias a esta exposición.

 ⇒Stefan Meier (1889-1944) era un parlamentario alemán procedente de Friburgo y uno de esos nombres propios. Un hombre sencillo, de origen humilde, que perdió pronto a sus padres y trabajó como campesino, aprendiz y dependiente entre 1905 y 1908 tras terminar sus estudios de primaria. Durante la I Guerra Mundial luchó durante cuatro años en el frente y al terminar la contienda, consiguió ganarse la vida como comerciante. A los diecisiete años se adhirió al Partido Socialdemócrata (SPD) de Alemania e inició su carrera en el mundo de la política municipal, ocupando pronto cargos políticos y especializándose en asuntos tributarios y financieros. Hacia 1919 fue nombrado concejal en Friburgo y también alcanzó la secretaría del partido en ese distrito.

En diciembre de 1924, Meier fue elegido al parlamento de la República de Weimar por Baden y mantuvo su escaño durante cuatro legislaturas consecutivas, entre 1924 y 1932, como testigo directo desde la oposición del ascenso del NSDAP hasta las últimas consecuencias.

Adoquin (Stolperstein) conmemorativo de Stefan Meier situado cerca de la que fue su casa en Friburgo – Foto: Joergens

Es necesario contextualizar brevemente el significado que tenía ser parlamentario en la oposición ese año en Alemania. Las elecciones del 5 marzo de 1933 dejaron un parlamento sin candidatos del Partido Comunista de Alemania (KPD). Estos habían sido mayoritariamente arrestados por orden de la policía que controlaba ⇒Joseph Goebbels, tras ser acusados de haber planificado y ejecutado el ⇒incendio del Reichstag. Los comunistas, junto con el SPD, constituían el grueso de la oposición política al emergente movimiento nacionalsocialista. El NSDAP había obtenido así el 44% de los votos a los que se unieron un 8% de sus aliados nacionalistas (el Partido Nacional Popular Alemán) sumando un 52% del Reichstag. Una mayoría absoluta, pero aún insuficiente para los planes de asalto al poder ideados por Hitler y el NSDAP.

El siguiente paso de Hitler fue aproximarse al Partido de Centro (Zentrum) de base católica y liberal, con el objetivo de obtener los 2/3 de votos necesarios para alterar la Constitución de Weimar en su propio interés. Fue el caso de la ⇒Ley Habilitante (Ermächtigungsgesetz), cuyo articulado constituía un recorte significativo de derechos constitucionales y la cesión de poderes dictatoriales a Hitler bajo una apariencia de legalidad.

Las negociaciones con el Partido de Centro dieron resultado mediante diferentes contrapartidas y coacciones, quedando de este modo el SPD como única oposición parlamentaria frente la votación de dicha Ley Habilitante. Con los comunistas neutralizados y el voto favorable de los liberales católicos de Zentrum, Hitler sumó para el NSDAP el 66% de votos necesarios para su tramitación.

El Canciller Adolf Hitler durante su discurso sobre la Ley Habilitante previo a la votación en el nuevo Reichstag (24 marzo 1933) – Foto: Bundesarchiv, Bild 102-14439

Desde la perspectiva de 2017 no es fácil imaginar qué pasaría por la mente de Stefan Meier durante aquella sesión del 24 de Marzo de 1933 cuando se votó la ley en el parlamento. Ante lo que se veía venir, desde el SPD hubo un intento de inhabilitar la sesión parlamentaria por falta de quorum, pero el entonces presidente del parlamento, ⇒Hermann Göring, cambió sobre la marcha las reglas de votación determinando como único quorum necesario el de los “parlamentarios presentes”. La votación comenzó y el resultado fue el esperado. Hitler consiguió obtener 444 votos frente a 94 (todos del SPD) y la ley quedó aprobada. Esa tarde el miedo y el valor se fundieron en los rostros de Meier y los otros 93 diputados que -como él- votaron en contra de lo inevitable y pusieron rumbo a un destino trágico.

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Esa tarde, el miedo y el valor se fundieron en los rostros de Meier y los otros 93 diputados que -como él- votaron en contra de lo inevitable y pusieron rumbo a un destino trágicocomillas_close

 

A partir de ese momento, el futuro de Alemania y el mundo quedarían sujetos durante años a la voluntad desquiciada de un sólo hombre. Y es ahí donde empieza la verdadera historia épica de Meier, porque sus principios permanecieron inalterables a pesar de los acontecimientos. Como se puede suponer, Meier era el socialdemócrata más conocido de Friburgo y no tardó en ser arrestado apenas terminó aquella tormentosa sesión en el parlamento. Fue enviado al recién creado campo de concentración de ⇒Ankenbuck (anterior “colonia de trabajadores” para desempleados por la crisis) donde se realizaban trabajos forzados agrícolas y de construcción de carreteras, como método reeducativo para opositores con cierto perfil público. Meier permaneció allí durante un largo año, junto a otros miembros ilustres del SPD como Philipp Martzloff o comunistas del KPD como Georg Lech, todos represaliados por su oposición al NSDAP.

Aspecto actual de la tienda de tabaco de Stefan Meier en la Rathausgasse de Friburgo (derecha de la imagen) - Foto: tabakmeier.com
Aspecto actual de la tienda de tabaco de Stefan Meier en la Rathausgasse de Friburgo (derecha de la imagen) – Foto: tabakmeier.com

Fue excarcelado en 1934 y volvió a Friburgo, donde le permitieron abrir un estanco para ganarse la vida (aún hoy puede visitarse esa tienda en el callejón del Ayuntamiento) La reeducación impuesta por el régimen no tuvo mucho éxito y Meier no abandonó sus principios, organizando la resistencia socialdemócrata en la clandestinidad y sin ocultar su rechazo al régimen nazi. La ⇒Gestapo seguía sus pasos desde entonces y años más tarde, en 1941, fue detenido de nuevo por la denuncia de un vecino. Al parecer, el delito fue comparar a un “megalómano” Hitler devorando Europa “como Gengis Khan”, en un “frenesí de sangre”. Opiniones captadas en una conversación preparada por la Gestapo y su delator acerca de la campaña rusa.

Fue condenado a tres años por un tribunal de Friburgo y enviado al campo de concentración Mathausen donde falleció en 1944 a causa de una “debilidad cardiaca aguda” según el acta de defunción, una patología demasiado común en Europa en esa década y que en España había adquirido nombres como “hemorragia interna”, “fallo cardiaco” o “herida por arma de fuego” en numerosas actas de defunción desde 1936.

Meier aceptó su destino y nunca renunció a sus principios, a pesar de vivir una época difícil y experimentar todas las facetas del miedo. Hoy su nombre brilla en el latón de Marienstrasse, esperando que muchos jóvenes tropiecen casualmente con su piedra (stolperstein) paseando una tarde de verano. Tal vez así puedan apreciar, a través de su historia y las de much@s como él, el valor que tiene escuchar el rumor del agua y sentir el frescor de los bosques sin ningún miedo.

A mi querido Robert,

CERVEZA, PAZ Y AMISTAD.

 

DATOS EXPOSICIÓN:

NATIONAL-SOZIALISMUS IN FREIBURG
26 Noviembre 2016 – 7 Octubre 2017
Agustinermuseum – Städtische Museen Freiburg Im Breisgau
Augustinerplatz – 79098 Freiburg im Breisgau
[email protected]
www.freiburg.de/museen
+49 (0) 761/201-2501

4 Replies to “La cara y la cruz del miedo”

  1. Como siempre has dado en el clavo. Impresionante artículo lleno de interés para los que estamos viviendo en estos momentos una situación parecida en España respecto de Cataluña. Ojalá la cordura y la responsabilidad se imponga y no tengamos que sentir el Miedo que nos acecha. Felicidades David

    1. Muchas gracias. Los paralelismos son inevitables, aunque las comparaciones sean odiosas y ambos procesos incomparables. Aprecio mucho más que eso a los catalanes, sean independentistas o simplemente catalanes. Pero la sensación que tuvimos muchas personas la mañana del 6 de septiembre, viendo esa sesión en directo desde el Parlament de Cataluña, fue algo que permite entender los sentimientos de alguien como Stefan Meier, mi protagonista de hoy. Yo desde luego, me acordé de aquella sesión del 23 de marzo de 1933 en el Reichstag porque tenía el tema reciente. Los mecanismos para doblar la voluntad popular en beneficio propio son dramáticamente similares.

  2. Impresionante como siempre y la verdad en el momento en que esta nuestro país da mucho miedo los paralelismo que se pueden ver……..
    ¿Será el ser humano capaz de aprender del pasado?

    1. Muchas gracias por el comentario. Yo quiero pensar que sí y que los españoles sabremos encontrar un camino para entender nuestra diversidad, dejando a un lado a los vendedores de crecepelo que hablan castellano y catalán en Madrid y Barcelona. Lo me que preocupa, es que encontrar ese camino tenga un coste muy alto para todos.

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