Huérfanos digitales

Huérfanos digitales

“Curiosidad”  (2013) – Foto: Eva Sarciat García

Cuando uno escucha a Marc Prensky defendiendo aún hoy con entusiasmo las cualidades de la nuevas generaciones de niños y jóvenes criados en el seno de un ambiente de transformación tecnológica, es fácil imaginar los comienzos de este maestro y conferenciante neoyorquino impartiendo clases de primaria en Harlem y observando los primeros indicios de que algo había cambiado en los niños con la llegada de Internet y la Sociedad de la Información. Esos nativos digitalescomo él mismo les bautizó allá por el año 2001 en su famoso artículo “On The Horizon”  – llegaron con la promesa de una nueva forma de entender el mundo; más ágil, más creativa y más adaptada que la de sus padres, abuelos y profesores.

En la otra orilla, en palabras de Prensky, estaban los inmigrantes digitales o aquellos de nosotros que hemos sido testigos de la llegada de los cambios, pero que fuimos educados en un ambiente diferente y pre-informacional. Son esos padres, abuelos y educadores que han tenido que aprender un nuevo lenguaje y unas nuevas reglas de juego para desenvolverse en esta época de transformación digital. De la misma manera que tienen que hacerlo esos inmigrantes que buscan su futuro cuando llegan a un nuevo país, con una cultura e idioma diferentes al suyo.

La idea fue poderosamente seductora para muchos, ha llenado páginas y páginas de estudios que intentaban justificar la necesidad de una nueva pedagogía basada en esa brecha digital generacional y la necesidad de reinventar el modo en el cual estábamos preparando a las generaciones nuevas para afrontar el futuro.

Han pasado más de quince años desde aquel hallazgo conceptual de Marc Prensky y en ese tiempo muchos de esos niños han crecido y muchos otros han venido detrás. Sin embargo, el balance cotidiano de lo que vemos a nuestro alrededor en casa y en la escuela, parece estar algo lejos de la promesa de una generación de superdotados que removerá los cimientos de la civilización a golpe de tablet y smartphone.

Recientemente, diferentes voces cualificadas  empiezan a preguntarse si como consecuencia de nuestra veneración por la tecnología, superados por ella o reacios a admitir que la sociedad está cambiando muy deprisa, no les habremos abandonado a su suerte. Por miedo, por desconocimiento o porque hemos llegado en patera al tsunami  de información en el cual nos encontramos, tal vez hayamos caído en la trampa de pensar que esta generación se educaría por sí misma.

Lo cierto es que muchos de esos nativos digitales se comportan hoy como usuarios simplistas, sin mucho interés por lo que les rodea más allá de la pantalla de su smartphone o el escaso puñado de aplicaciones que utilizan para conectarse a las redes sociales para compartir fotos y videos. El sistema educativo no parece estar muy preparado para conducir su camino al futuro, porque ha entendido la transformación digital como una simple introducción de equipamientos tecnológicos en el aula para impartir los mismos contenidos, de la misma manera, pero eso sí, utilizando una pizarra digital. Y en casa, demasiado a menudo sucumbimos al uso de la tecnología como apaganiños, cuando se vuelven incómodos o estamos demasiado ocupados para atenderles.

Lo sé, suena desalentador. Pero no caigamos en la tentación de tropezar a la primera de cambio e irnos al rincón de llorar. Conviene recordar que unos cuantos inmigrantes digitales movidos por su curiosidad, inventaron este tinglado en el que estamos metidos. Y todos somos responsables del mundo que dejamos a los que vienen detrás. No podemos olvidarnos de ello y volver atontados a nuestro whatshapp como si nada.

La revolución de la información es un fenómeno que no se va a detener. En un futuro cercano, serán necesarias nuevas generaciones cualificadas, nuevas profesiones y sí, también una nueva forma de pensar, de entender el mundo y de educar. Pero también es necesario que los responsables de guiar esos nativos digitales en su proceso madurativo: padres, maestros, pedagogos, tecnólogos y otros inmigrantes digitales hagamos bien nuestro trabajo.

Tal vez no posean ese cerebro privilegiado alimentado de tecnología que describía Prensky, pero él al menos se hizo las preguntas adecuadas en el momento oportuno. Si algo es cierto, es que tienen el derecho de ser guiados hacia el futuro con la mayor dedicación. Nuestros padres, abuelos y maestros no nos negaron ese derecho a nosotros. Ante todo, son habitantes del presente, no les dejemos solos.

Referencias:

LLUNA, SUSANA, P., JAVIER “Wicho.” (2017). Los nativos digitales no existen. Deusto. Retrieved from http://www.nativosdigitales.com
David García Ibañez. (2015, May). La verdad de las cosas. Retrieved from https://www.elinquilinodigital.com/?p=1263
Marc Prensky. (2001, October). Digital Natives, Digital Inmigrants. Retrieved from http://www.marcprensky.com/writing/Prensky%20-%20Digital%20Natives,%20Digital%20Immigrants%20-%20Part1.pdf

 

 

2 Replies to “Huérfanos digitales”

  1. Hola David, yo soy una abuela que se intenta incorporar a ese mundo.
    Es cierto que va muy deprisa y lo que realmente ocurre es lo que bien apuntas, las tablets, y demás aparatos digitales son sustitutos de la comunicación entre los adultos y los niños, que son absorbidos por la pantalla de tal manera que no somos capaces de separarlos de ellas sin someterlos a la bronca correspondiente.
    Pero hay una técnica en todas las cosas, y es la disciplina, que debemos aplicarla para niños y adultos. Es triste ver a la gente, cada vez más, en teatros, conciertos e incluso en bares y cafeterías, en grupos que están cada uno comunicándose con otros a través de los móviles. ¿Eso es que nos hemos vuelto creativos o estúpidos?

    1. Has dado en el clavo, querida Ascención. Se habla mucho del impacto de la tecnología en niños y adolescentes, pero quizás deberíamos reflexionar más sobre su impacto en los adultos.

      Ellos ya han aprendido un nuevo modo de resolver problemas por sí mismos, porque hemos puesto herramientas poderosas en su mano. Razonan de forma diferente, atienden sin problemas varias tareas simultáneamente, son creativos y muy rápidos tomando decisiones. Los juegos interactivos estimulan su inteligencia. No podemos pedirles más, han recorrido parte del camino solos… Entonces ¿que está fallando? ¿donde está la salida?

      Tu lo llamas disciplina, seguro que hay algo de eso. También falta conexión con su interior, conocerse y conocer a los otros. Respeto. Hablar, expresarse, relacionarse. Respirar. Valores “no computables”. Muchos expertos están alertando sobre ello y sugiriendo una vuelta a la esencia de la educación.

      Gracias por tu comentario, muy interesante como siempre.

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