Por favor, vuelvan mañana

Por favor, vuelvan mañana

The Peeping Toms el pasado viernes en Madrid – Foto: Beatríz de la Rosa

Jaime Girgado es una de esas personas que todavía usa el teléfono para llamar a los amigos en lugar de enviarte un Whatshapp y le da igual si han pasado 15 o 20 años desde la última conversación, él siempre te habla sin rodeos y directo al grano, como si te acabase de ver. Eso es algo que me encanta y no se le da igual de bien a todo el mundo. Jaime lo lleva de serie, como los coches de lujo. Cuando mi teléfono sonó a principios de este año y tuve noticia de que algo se estaba cociendo con The Peeping Toms, experimenté un déjà vú que me llevó al año 2002 y el escenario madrileño de un festival efímero llamado Jamaiquino, donde esta banda multilateral compartió cartel con artistas como Dr. Ring Ding & The Senior Allstars y New York Ska Jazz Ensemble y un inolvidable Kurando Soji a los platos.

Eran otros tiempos para la lírica (y también la épica de algo llamado Ska Town) y el sonido estelar de aquella noche en vivo todavía lo conservo fresco en mi memoria auditiva -en la memoria audiovisual también, pero un problema con la tecnología digital de entonces obliga a que mi archivo de esos años siga durmiendo el sueño de los justos, al menos hasta disponer de un medio eficaz de convertir las 35-40 h de vídeo que conservo de esos años-

Cuando colgamos el teléfono, casi sin tiempo para reaccionar, ya tenía en mi Whatshapp los seis cortes sonoros de lo que se estaba fraguando en la cabeza de Jaime y los suyos. Busqué un sitio tranquilo, me puse unos buenos auriculares y la guitarra jamaicana del madrileño de Chamberí, la voz de Rubén López, la batería de Julio Apollo-12, el teclado de Alberto-Kiyoshi, el saxo de Agustín González-Bueno, el contrabajo de David Bayés (¿cómo lo vés?…) y el trombón de mi querido Santi Cañada, me engancharon enseguida con la memoria musical de toda una época inolvidable.

No es de extrañar que el pasado viernes un puñado de locos en Madrid desafiásemos la ola de calor (mas de 40º a las 22:00h) y agotásemos las entradas para meternos en un eufemístico Rock Palace (uno de esos lugares de Madrid tan grande en sabor rockero, como pequeño en metros habitables) para reunirnos alrededor de un montón de recuerdos y anécdotas casi quince años después. Y algunos viajaron desde muy lejos para el encuentro como Julio (Pensilvania) o Santi (Miami) y otros están de paso una temporada, como Alberto (Okinawa – Japón) Esas cosas sólo las consigue Jaime y su forma de levantar el teléfono. Al día siguiente, carretera y concierto en la sala Estraperlo (Barcelona), donde por lo que he podido ver y a juzgar por el abrazo final entre Jaime y Rubén, la cosa tampoco se dió mal.

Mereció la pena de principio a fin. Todos cantamos, bailamos, charlamos y recordamos, como si nos acabásemos de ver. Debería ser suficiente para hacer innecesaria la pregunta Y ahora… ¿qué? porque el reencuentro ya es un arte en sí mismo. Por mí, podrían instaurar una efeméride en el calendario al inicio de cada verano para reunir a The Peeping Toms y recordarnos a todos por un día lo jóvenes que nos conserva la buena música y los amigos. Por favor, vuelvan mañana.

The Peeping Toms actuaron el pasado viernes 28 (Madrid – Rock Palace) y el sábado 29 (Barcelona – Estraperlo)

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